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La historia de los postres

¿Sabes cuál es la historia de estos bocados tan apetitosos?

Hojaldre templado de Piña

Bienmesabe, locas, borrachuelos o la torta de aceite son algunos de los dulces más típicos de nuestras mesas malagueñas, pero fueron los romanos quienes comenzaron a tomar los postres -secundae mensae- al final de sus copiosas comidas.

Estos dulces pecados pasaban por frutas de temporada y bizcochos, ya que la oferta era algo escasa. El más codiciado era el panettone estilo italiano, cuya base procede de un buen fermento, miel y un puñado de frutos secos, productos en abundancia en aquella época.

Con el descubrimiento de la miel de abeja y del azúcar, aparecieron los pasteles, garrapiñadas, mazapanes y petit fours. El azúcar se empleaba en el 8.000 a.C para decorar los jardines y, más tarde, para masticarla aportando ese peculiar sabor dulce. No es hasta el 4.500 a.C cuando pasa de Nueva Guinea, su lugar de origen, a cultivarse en China y el cercano Oriente.

Los árabes fueron los encargados de plantar las cañas de azúcar en Málaga y Motril. De ahí viajaron a las Islas Canarias y posteriormente a América de la mano del explorador Pedro de Atienza.

En 1830, la caña de azúcar se desplomó a causa del cultivo de la remolacha a lo largo de todas las latitudes. Actualmente, el 40% de la producción de azúcar proviene de la remolacha y el restante de la caña.

Esta historia embadurna de dulce nuestros golosos platos… Eso sí, acompañados de un buen vino dulce de Málaga.

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