La fritura es una antigua, fácil y rápida técnica de cocina. A menudo lo asociamos a malos hábitos alimenticios debido a la inmensidad de calorías que aporta esta cocción típica del sur.
Es difícil determinar cuándo se empieza a freír. Se cree que en el antiguo Egipto, alrededor del 2500 a.C. textos del Levítico, que se escribió unos 600 a.C., distinguen entre las ofrendas cocidas “al horno” y las “fritas en sartén” o “a la parrilla”. Plinio, en el siglo I d.C., escribe un remedio para aliviar las dolencias del brazo que incluye huevos fritos.
El paso del tiempo, dio lugar a técnicas tan populares como la tempura japonesa. Un término que copiaron a finales del siglo XVI de los misioneros portugueses y españoles que comían pescado en los días de abstinencia (témpora significa período de tiempo). Son trozos relativamente pequeños previamente pasados por un rebozado fresco generando una corteza crujiente y sin empaparse de gran cantidad de aceite. Sin duda, es una de las frituras más saludables.
En definitiva, una cocción que supera el punto de ebullición de agua y deshidrata la superficie del alimento. En casa, añádele ajo picado, perejil o si lo deseas, queso rallado, convirtiendo el clásico filete en una elaboración denominada picata de ternera. Buen provecho.
Ver: La historia de los cubiertos
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