Dulces navideños se incluyen con más fuerza en las tradiciones chilenas

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El olor a canela, clavo de olor y frutas secas ya empieza a aparecer en los hogares chilenos. Pero este año, los clásicos dulces de fin de año llegan con un nuevo aire. Las celebraciones ya no se viven solo en torno a la mesa, sino también en la cocina, es decir al preparar, decorar y compartir, lo que se ha vuelto un ritual navideño.

Las galletas de navidad, por ejemplo, dejaron de ser un simple acompañamiento del té para transformarse en una tradición viva. Hoy en día muchas familias las preparan, mezclando clásicos sabores como vainilla con canela, sumado a nuevas ideas decorativas.

Las versiones más conocidas de estas galletas unen masa de mantequilla, azúcar rubia, y un toque de especias que perfuman todo a sus alrededor mientras se hornean. Cuando están listas, se les agrega un glaseado blanco o mostacillas de colores, para convertirse en obras de artes que se pueden comer. Aquí la tendencia es clara, lo importante no es solo comerlas sino disfrutarlas como un experiencia para toda la familia.

Un clásico que se sigue reinventando

Por otra parte, el clásico pan de pascua, también vive una nueva etapa. Este ícono de la Navidad en nuestro país, se ha reinventado con ingredientes más nobles y combinaciones diferentes. Se han quedado atrás los rellenos artificiales y las frutas confitadas, pero las nueces tostadas, almendras, chocolates, cranberries y guindas han ganado terreno en las mesas de fin de año.

Incluso han aparecido versiones rellenas de manjar o con notas cítricas, aumentan los sabores y las posibilidades modernas. Incluso han surgido versiones con manjar o notas cítricas, que aportan frescura y un sabor más moderno.

El cambio no es solo estético, sino cultural. Cada vez más chilenos buscan productos artesanales, con menos azúcar y elaborados con ingredientes naturales. Algunas panaderías y pastelerías ofrecen pan de pascua sin gluten o sin lactosa, elaborados con endulzantes como la chancaca o el dátil.

Un diciembre más dulce y participativo

Según los estudios más recientes sobre consumo navideño, las familias chilenas están priorizando los productos locales y las experiencias colaborativas. Cocinar, regalar y decorar se convierten en formas de conexión emocional.

Las galletas, por ejemplo, ya no se compran solo por conveniencia porque ahora se hornean para compartir con los hijos, regalar a los vecinos o acompañar el café de la tarde. Incluso esa búsqueda de calidez se refleja también en las presentaciones con empaques ecológicos, cintas de yute y etiquetas hechas a mano se imponen como tendencia.

Asimismo, el pan de pascua sigue siendo el centro de la mesa, pero ahora convive con opciones más pequeñas y personales. Por ejemplo, mini porciones individuales, presentaciones en frascos y versiones gourmet en caja han tomado fuerza, convirtiéndose en regalos apreciados tanto como una botella de vino o un buen libro.

Los dulces navideños de este año combinan nostalgia y novedad. Mientras las galletas recuperan su valor simbólico, un gesto sencillo que une generaciones, el pan de pascua reafirma su rol como ícono cultural en constante evolución.

Al final, las fiestas de fin de año, la Navidad sobre todo, llena de olores familiares, pero también de nuevas ideas. Las galletas y queques con sabores diferentes, influenciados por las recetas originales, son la nueva apuesta de creatividad para sumarse a la mesa de estas fiestas. En el fondo, la clave está en compartir, cocinar y disfrutar.

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