Patricia Lozano, enóloga, y José Ángel González, viticultor de Vinos Serapio
A diferencia de otras bodegas de la provincia de Cuenca, Vinos Serapio (Mota del Cuervo) no destaca por su volumen de producción, pero sí por mimar cada una de las cinco referencias con las que cuentan en actualidad. Cada campaña sacan al mercado tan sólo en torno a 4400 botellas -desde este año amparados en la IGP Vinos Tierra de Castilla-.
Detrás de cada una de ellas, desde el viñedo al etiquetado hay un tándem que trabaja codo con codo para sacar el vino que a ellos les gusta. Por un lado, está Patricia Lozano, enóloga, y, por otro, José Ángel González, que viene de una saga de viticultores en la zona. En 2019 dieron sus primeros pasos para convertirse en bodega.
Hoy trabajan con uvas autóctonas como la airén, pero también con otras llegadas a la región en las últimas décadas como la sauvignon blanc o la syrah.

Manu Balanzino: No es la primera vez que distinguen a la bodega con el Serapio Suavignon Blanc…
Patricia Lozano: Cierto, es el segundo año consecutivo que nos reconocen en el Concurso de Vinos de la Diputación de Cuenca y también nos lo han dado en algún que otro concurso en el que hemos participado con este vino y de esta misma añada también.
Es una bodega relativamente joven. ¿Cuándo comenzó a funcionar?
PL: En 2019, hicimos algo, pero era más bien para consumo propio, entre nosotros y nuestros amigos. A partir de ahí nos fuimos animando y ya la fuimos formalizado y dándole un poco crecimiento. Oficialmente, empezamos en la añada 2021. La 19-20 hicimos algo de prueba y la 21 ya nos calificamos como bodega.
¿Había tradición vitivinícola en la familia?
PL: José Ángel es viticultor en su familia y yo, por mi parte, soy enóloga. Llevo años trabajando en la elaboración de vinos y decidimos juntar las dos cosas necesarias para poder hacer un proyecto de este tipo.
José Ángel, entonces, ¿cómo describiría el Serapio Sauvignon Blanc?
José Ángel González: Es un vino que para empezar nos gusta a nosotros. La variedad Sauvignon Blanc es nuestra favorita y hacemos lo que nos gusta a nosotros porque creemos que para gustarle a la gente primero tiene que ser algo que nos guste a nosotros y que nos llene. Es un vino que es de nuestra parcela de Sauvignon Blanc (una hectárea y media) que tiene bastantes aptitudes para la elaboración de este vino, ya que está influenciada por el complejo Laguna de Manjavacas, que viene a regular un poquito las temperaturas.
Creo que podemos sacar algo bueno con muchas complicaciones porque, por ejemplo, no tenemos riego, y el Sauvignon Blanc es una variedad delicada a las altas temperaturas. Pero, sabiéndolo llevar y cogiéndolo en su punto idóneo, sale un vino fresco y con bastante acidez, que es lo que nos distingue a todos en nuestras referencias. Estamos percibiendo que gusta a la gente.
¿Qué otras referencias tenéis además de éste, Patricia?
PL: Principalmente, Sauvingnon Blanc y Syrah son las variedades en blanco y en tinto. Con la primera elaboramos dos vinos, éste que es el Serapio Joven y después tenemos el Serapio Risco, que está fermentado y tiene una crianza de tres meses en barrica. Con la variedad Syrah elaboramos un rosado y un tinto joven. Aunque nosotros trabajamos la madera en bodega, no la trabajamos para que predomine por encima del vino. No hacemos crianza, no hacemos vinos donde predomina la barrica, sino que la barrica nos ayuda a sostener los aromas y para realzar el propio vino, tanto en el blanco como en el tinto que elaboramos con algo de barrica. También tenemos la variedad típica de esta zona, la airén, con la que hacemos un monovarietal que, como peculiaridad, se elabora con maceración con sus pieles. No buscamos un vino fuera de lo que es el airén, pero sí extraer un poco más de aromas de la piel. Es decir, poder darle un poco más de tipicidad y sobre todo también, por la zona donde se encuentra el viñedo, mucha mineralidad. Y eso lo conseguimos a través de esa maceración con la piel. Siempre manteniendo el frescor y el punto de acidez en boca.

¿Y cómo ha evolucionado la bodega desde los inicios?
JAG: Muy despacio porque esto, como podrá entender, son elaboraciones muy pequeñas, muy reducidas. Estamos hablando de que en esta añada 2024 hemos elaborado 4.400 botellas. Y muy despacio porque podemos abarcar lo que podemos abarcar, nada más. De esto no vivimos, tenemos nuestros trabajos, atendemos el campo, tenemos otro tipo de cultivos también. Y aparte tenemos dos criaturas pequeñas que tenemos que atenderlas. Entonces vamos evolucionando.
Hasta ahora hemos ido creciendo muy lentamente, pero, año a año, vamos incrementando el número de botellas en relación a lo que podemos sacar. Entonces no queremos perder esa trazabilidad, eso que nos diferencia, igual que hoy en día también diferencia a mucha gente, que es que lo hacemos todos. Desde la poda hasta el etiquetado.
Entonces, de momento poder garantizar que lo que va en la botella, es lo que nosotros queremos y lo que nos gusta. La idea es que vayamos haciéndolo nosotros todo. Y creciendo en la medida de que las salidas lo permitan. Si se puede más, algo más. Si se puede menos, menos. Pero siempre en nuestras vidas, en nuestras posibilidades.
¿Este premio en concreto que es un aliciente también para las bodegas?
PL: Somos relativamente jóvenes en cuanto a trayectoria de bodega. Para nosotros el acceder a estos tipos de premios, que al final no son premios internacionales, que se quedan en la zona, que son locales y que son regionales, son muy importantes. Nos da un indicativo de cómo estamos elaborando con respecto a la tipología de la zona. Siempre da gusto ganar un premio, pero es como decirnos que estamos haciendo las cosas bien con respecto a lo que tenemos en la zona.
¿Qué características tiene la zona donde nos encontramos?
JAG: Estamos en plena llanura manchega, en la zona en la que se encuentra la D.O. La Mancha, nosotros no pertenecemos a ella. Este año nos hemos registrado en la IGP Vinos de la Tierra de Castilla en las referencias que tenemos. Ahora mismo aquí en el pueblo en el que estamos, en Mota, una gran parte de la población vive de la viña. La cooperativa que tenemos aquí es una de las cooperativas más grandes de la zona.
Las tierras y el clima son idóneos para el viñedo. Eso sí, más para unas variedades que para otras. Ahora mismo a todas las nuevas que están viniendo se ve que les cuesta más adaptarse. El airén o el cencibel, que son las variedades autóctonas de la zona, se adaptan mucho mejor. Y a la hora de que se sufran adversidades climatológicas, pues tienen muchas menos mermas. Y se pueden vendimiar y se pueden lograr las producciones más en su fecha. No hay que adelantarlas.
¿Cuál es el futuro que quieren para Serapio?
PL: Lo vamos a llevar hasta donde podamos, siempre y cuando nosotros podamos seguir dándole el cariño que necesita este proyecto. No vamos a ir creciendo rápido para que llegue un punto en el que tengamos que industrializarlo. Queremos que siga siendo un proyecto personal, familiar, artesanal y que nosotros podamos atenderlo y darle el cariño y el seguimiento que necesitan. En definitiva, queremos mantener la esencia de partida que nos hizo empezar este proyecto.
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