Luis Miguel Calleja, director técnico de la Bodega Soledad
Bodega Soledad (Fuente de Pedro Naharro) es parte de la historia más próspera de los vinos de Castilla La Mancha. Nació como una cooperativa con 59 agricultores en 1958 y hoy es una de las grandes empresas del sector vitivinícola de la región, con 400 socios, que son propietarios de 2.800 hectáreas de viñedos.
Esta bodega, que elabora la gran mayoría de sus vinos al amparo de la Denominación de Origen Protegida Uclés, destina en la actualidad un 75 por ciento de su producción a la exportación.
Entre sus muchas referencias, en esta edición del Concurso de Vinos de la Diputación de Cuenca, han sido galardonados por la elaboración del Solmayor Tempranillo en la categoría de Tinto Joven. Sobre este vino y la propia bodega habla Luis Miguel Calleja, que, además de ser director técnico de la empresa, es un experimentado profesional del sector, con 43 vendimias a sus espaldas.

Es una de las cooperativas más potentes de la provincia de Cuenca, con muchos años de historia y una evolución trepidante.
Sí, la cooperativa cuenta con más de 400 socios, aunque no todos traen uvas, evidentemente. Abarcamos una superficie de unas 2.800 hectáreas dedicadas al cultivo de la vid y producimos principalmente blanco y tinto. Nuestro mercado es en el 90% a granel, a través de camiones cisternas. Producimos aproximadamente el 50% de blanco y 50% de tinto.
En lo que se refiere a tinto, el mayor volumen corresponde a la variedad tempranillo, seguido de Syrah, Cabernet Sauvignon, garnacha fina, garnacha tintorera y garnacha de blanco. Y en lo que respecta a blanco, el mayoritario es evidentemente el airén, que es la mayor uva que se produce en Castilla-La Mancha, seguida de Chardonnay, Sauvignon Blanc y una pequeña cantidad de verdejo.
¿Cuántos millones de kilos llegan a la cooperativa?
La producción media nuestra está en 22 millones de kilos, la mitad de blanco y la mitad de tinto, normalmente 11 y 11. El año pasado, concretamente, cogimos más tinto que blanco, porque cogieron 13 y 9, pero vamos, lo normal es mitad y mitad. Este año vamos a seguir con la tónica del 50% y, afortunadamente, nos ha respetado mucho la climatología y vamos a tener una vendimia más que aceptable. De hecho, vamos a superar los 22 millones, seguramente.
El Solmayor Tempranillo es el vino que ha sido reconocido en la categoría de Tinto Joven en el Concurso de Vinos de la Diputación de Cuenca. ¿Cómo es?
Es nuestro signo de identidad en el mundo del vino. Se produce en un terreno muy peculiar, porque es muy profundo y, por tanto, muy fértil. Tenemos viñas muy viejas y eso hace que nuestra producción sea siempre de alta calidad. Tenemos una altitud entre 700 y 900 metros, dependiendo de la zona del pueblo donde se encuentre. Las características del terreno, la climatología y las producciones que no son muy elevadas. Hay que tener en cuenta que nosotros no tenemos posibilidades de tener mucho riego, porque no tenemos suficiente agua, hace que siempre la calidad de la uva sea de las mejores. De hecho, esta bodega, Nuestra Señora de la Soledad, en Fuentes de Pedro Naharro, se ha caracterizado siempre por unos tintos de altísima calidad.

¿Cómo se combina la tradición y la tecnología en la bodega?
Somos una cooperativa de primer grado. Hay que recordar que el mundo cooperativo en España nació por el tema de los abusos de los empresarios. La uva es un producto muy perecedero. Tenemos aproximadamente treinta días para gestionar toda la uva, y eso ocasionaba antiguamente que con el precio los compradores hacían lo que querían. Se crearon las cooperativas, entre ellas ésta, que data ya de 1958. Poco a poco ha ido creciendo.
Lo que sí ha hecho esta cooperativa, igual que otras muchas en Castilla-La Mancha, es a medida que hemos ido creciendo, nos hemos ido adaptando a las novedades, a la tecnología y, sobre todo, a lo que los clientes nos solicitaban. Entonces, siempre estamos con cambios. Este año, concretamente, hemos hecho una inversión importante en frío, en tecnología, en todo lo que lleva a mejorar las condiciones de elaboración de nuestros productos.
¿Y hacia qué público se dirige la bodega?
Como comentaba antes, nuestro activo principal son los vinos a granel. Producimos mucho. Unos 22 millones de kilos de uva producen aproximadamente 19 millones de litros de vino. Y ojalá pudiéramos embotellar todo eso, pero no se puede. Nuestro embotellado es más simbólico que otra cosa. Y nuestras ventas de nuestros embotellados es íntegramente en el ámbito comarcal. No salimos fuera. Ni siquiera en otros lugares del país vendemos esos vinos. Embotellamos muy poco. Y, luego, lo demás sí que tenemos en nuestro mercado de granel. Tenemos clientes en Portugal, Francia, Alemania, incluso en Marruecos y el resto del mercado nacional.
¿Cómo influye el terruño, las variedades de uva y el proceso de elaboración?
El terruño es fundamental. Con los terrenos que tenemos calcáreos de dolomitas, prehistóricos, este es un terreno que produce una calidad excepcional. Son las características edafológicas, que combinan el clima con la composición del terreno. Esas características hacen el cultivo ideal para que se produzca la uva de alta calidad. Luego, no tenemos altas producciones, que eso también es muy importante. Nuestras viñas no sobrepasan de los 15.000 kilos por hectárea en ninguno de los casos. Cuando el resto de las manchas llegan a 20 ó 25 mil, una barbaridad. Nosotros tenemos producciones más limitadas, lo que influye mucho con la calidad final del producto.
Hay una cuestión en las variedades que tenemos y es que hay dos variedades fundamentales, la tempranillo y la airén. Son variedades que están muy aclimatadas a las inclemencias del tiempo, en sequías y falta de agua, sobre todo la airén, que hay que poner más en valor porque es el futuro. Con el cambio climático tenemos que ir pensando en variedades que aguanten.
¿Qué supone el premio para el Solmayor Tempranillo?
Afortunadamente, tenemos muchos premios. Todos son muy importantes para el propio agricultor y socio de la cooperativa. Los premios hay que mirarlos desde el punto de vista de empresas que se dedican mucho al tema de comercialización de embotellado. A granel, siento decirlo, son irrelevantes. El hecho de que tengas un premio o no lo tengas, eso no te va a hacer vender más ni vender menos.
En el mundo del embotellado, el premio es clave. Si no tienes premio, no existes. En el mundo del embotellado, el premio es sinónimo de proyección y de venta.
¿Y qué otros vinos destaca de la bodega?
Bueno, nosotros tenemos espumosos, por supuesto, pero los vinos blancos y tintos son el máximo exponente. Tenemos una marca que es Bisiesto, donde apostamos ahí por el máximo de nuestra calidad. Es un vino de crianza, tempranillo, con una presentación bastante buena. Luego tendríamos otro que apuesta por imágenes como, por ejemplo, de Cuenca. Está la marca Solmayor y últimamente hemos sacado Ribera del Brianseres, que es una apuesta por la juventud.
Hemos hecho un embotellado y se está dando bastante bien. Ahí apostamos por un semicrianza, por un tinto roble. No es un crianza propiamente dicho, pero queremos aunar lo que es la tradición del vino con la juventud de los aromas, de todo lo que es un vino joven. Y ese vino lo complementamos con un vino blanco, que es una mezcla entre verdejo y chardonnay, que es muy interesante para tomarlo fresquito.
Están amparados bajo la Denominación de Origen Uclés.
Casi todo lo que embotellamos lo hacemos con denominación de origen Uclés porque creemos que es muy restrictiva. Estar ahí metido significa que tu vino tiene un estándar de calidad más que reconocido. El simple hecho de que te aprueben el vino dentro de la denominación de origen Uclés ya es un sello de garantía para nosotros más que suficiente para reconocer nuestra valía.
Uno de nuestros vinos no está metido en la denominación de origen, que es el que hemos sacado ahora de Ribera del Brianseres, pero es un tema por motivos comerciales de nuestros distribuidores, que querían otra cosa.
Por último, ¿con qué maridaría el Solmayor Tempranillo?
Marida con todo. Bueno, lo clásico sería con carnes rojas y de caza, con un buen queso, porque los vinos con queso van muy bien. Pero, sobre todo con platos de cuchara, como unas lentejas.
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