La gastronomía almeriense viene marcada por los acontecimientos históricos que esta tierra ha tenido que superar, siglos de aislamiento del resto de las provincias, y su autoabastecimiento, han dado lugar a una cocina diversa pero siempre sustentada sobre los productos típicos de la provincia. Para finalizar, lo mas «nuevo”…el tapeo, que irrumpe desafiando descaradamente a la cocina tradicional, que estamos seguros se adaptará otra vez, y la incorporará a su rica historia gastronómica.
Sigo avanzando por estas tierras, rumbo a Almería, donde la brisa marina nos acompaña hasta su llegada a la ciudad. A medio camino me detengo para hacer una parada en Castell de Ferro, situada al pie del cerro que corona su antiguo castillo, en medio de la amplia rambla del municipio de Gualchos.
Ya entrando en Almería recuerdo el lema de Rodolfo Lussnigg, “Almería, la ciudad donde el Sol pasa el invierno”, unas simples palabras que describen a la perfección el clima y su población.
La cocina almeriense se ve influenciada gastronómicamente por la alpujarra granadina y por otro lado por la corriente murciana. Pero además, las variedades culinarias de esta provincia proceden de la influencia de diferentes zonas andaluzas.
[dropcap]E[/dropcap]l mar ha sido otro de los abastecedores de la cocina tradicional y sigue siéndolo actualmente, de hecho, Almería cuenta con muchos kilómetros de playa.
Almería, entre sus inmensas costas, destaca su puerto, considerado como uno de los más importantes del Mediterráneo. Nos dirigimos hacia La Lonja de Pescado, para conocerlo detalladamente de la mano de José María Gallart, gerente de Asopesca, y gran conocedor de este sector. Nos cuenta que la isla de Alborán, situada en el mar homónimo, a medio camino entre la península Ibérica y el norte de África, le pertenece a esta provincia administrativamente. De esta, los pescadores traen la tan nombrada “Gamba Roja de Almería” y “Gamba Roja de Alborán”, ya como marcas registradas en nuestro mercado, destacando, además, su excelente calidad.
Seguimos por la costa y nos encontramos con un nuevo establecimiento bajo el nombre de La Térmica, que tal como dice su eslogan, es otra historia. Cuenta con un delicado restaurante, un gin tonic club y una zona que por la noche se convierte en el sitio idóneo para tomar unas copas viendo las estrellas reflejándose en el mar. Ahí, de la mano de Nacho Barea, jefe de cocina, nos deleita con unas tapas como taco de cola de toro, vieira gratinada a los cítricos y espuma de azafrán, y una foccacia de secreto ibérico, queso brie, tomate seco y mermelada de manzana y pasas, que sin duda motivan a empezar de nuevo.
Pero como remarcamos antes, en Almería encontramos un amplio abanico sobre el mundo de la restauración, encontrando sitios tan tradicionales como el Bar Chele. Regentado por Diego Segura desde 1974, ya en manos de su hijo, de igual nombre que su padre. Nos comenta, que hace ya 22 años que se instalaron en la Calle Canónigo Molina, vía que ya suena a comida. Hace poco tiempo emprendieron un nuevo proyecto y abrieron La Tasquilla, siguiendo la misma línea de su bar, pero con un toque de atrevimiento en sus platos.
[dropcap]E[/dropcap]ntre las especies más utilizados en los fogones están el rape, los salmonetes, la caballa, los pulpos, los calamares y la tan valorada gamba roja.
Doy un paseo por el centro de esta ciudad y escucho que no puedo marcharme sin conocer, y por supuesto degustar, la cocina del nuevo establecimiento de Alejandro Sánchez, una estrella Michelin, bajo el nombre Plaza Vieja Alejandro, ubicado en la Plaza de la Constitución. Bajo el mando de Alexis Asenjo y Miguel Ángel Piorno, en la cocina y la sala, respectivamente.
[dropcap]D[/dropcap]estacamos además las tradicionales sopas, los pucheros, las ensaladas, las paellas, los escabeches, los pescados y las carnes bravas; a los que hay que añadir un gran número de vinos y quesos, y una amplia variedad de postres.
Un sitio muy acogedor y moderno, con la cocina y la bodega a la vista del cliente y una carta basada en productos de la tierra de Almería. Sin duda, hay que probar los boladillos de ajo “colorao” y pintarroja, los tigres de Bengala, dando una vuelta a los tradicionales mejillones rellenos y el calamar de potera “Tapao”, confitado en una olla con aceite de ajos y canela. Una vez más Alejandro nos ha sorprendido con su apuesta, eso sí un poco más informal.
De regreso, sólo me planteo otra fecha para volver a la ciudad del sol, seguramente antes del próximo invierno.
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