Visitamos la comarca granadina marcada por centurias de cultura gastronómica y enológica, nacidas de la fusión de diferentes civilizaciones que habitaron en estas ricas tierras, con un clima tan especial y variado que permite al día de hoy reconocer sus bodegas, en el selecto cuadro de los vinos de excelente calidad, y productos alimenticios que hacen que sus fogones, se destaquen en la cocina andaluza.
Nos marchamos hacia el sureste peninsular, otro viaje más conociendo la rica cultura gastronómica que nos brinda nuestra tierra.
De camino a Benalúa, el viento es el protagonista, pero el entorno hace olvidar este fenómeno meteorológico. Ya divisando el multicolor paisaje andaluz, nos vamos a disfrutar de un día en Granada.
No dejo de mirar a uno y otro lado mientras circulo en medio de la ciudad, tiene pecado no volver a la ciudad de La Alhambra.
Entrando a Benalúa me encuentro con un vecino y me comenta que la formación de este pueblo se debe a la ya desaparecida Azucarera del Carmen, que transformó la economía y la vida de la zona, ahora ya como patrimonio cultural.
Bodega Pago de Almaraes
Sigo recorriendo camino hacia la Bodega Pago de Almaraes, ya estoy sintiendo el aroma de los tanques de fermentación, y me asombra la perfecta alineación de la viña con sus distintos tonos de verdes, esperando impaciente la llegada de la primavera.
Con unos grados menos de temperatura, entramos a la bodega y allí, después de un agradable paseo de la mano de Eduardo Blanco Muñoz, enólogo de la bodega, conocedor de los procesos de elaboración de cada vino, llega la hora de catar.
Catamos el «Mencal», un blanco seco de 2009
En este caso un blanco seco del pasado año, denominado Mencal. Compuesto por un “coupage”, mezcla, de sauvignon blanc, verdejo, chardonnay, moscatel y torrontés, cinco tipos de uva que se adaptan muy bien a la tierra de pizarra y arcilla.
En nariz se presenta intenso, elegante y complejo; rico en matices vegetales y florales proveniente de la uva moscatel. También acompañan las frutas tropicales, producido por el delicado proceso de fermentación a baja temperatura.
Al saborearlo, puntas ligeramente amargas con una entrada suave resaltando matices minerales, pero con una complejidad aromática.
Ahora interpreto claramente porqué Granada debe tener su denominación de origen.
Es hora de emprender viaje, ya son las doce del mediodía y entramos en La Alhambra, cita indiscutible de esta maravillosa ciudad. Abarrotada de turistas, pienso por un momento que estoy de vacaciones.
Veo el reloj y son las tres de la tarde, la hora propia de almuerzo para el pueblo andaluz. Me han hablado del Restaurante La Metáfora, ahora ubicado en el Paseo del Violón, en una edificación que antiguamente era matadero de animales, aunque en algunas ocasiones, también el mercado del pueblo.
Luego de sumergirme en la historia, dejamos a Lorena, encargada de la sala, que nos aconseje, proponiéndonos una ensalada muy similar a la malagueña pero sin patatas, denominada «remojón». Me comenta que es muy típica en enero, como acompañamiento a la olla de San Antón.
Ya estoy plenamente satisfecho para seguir conociendo el encanto de esta ciudad. Antes, como postre, me hace hincapié en probar, el tocino del cielo de mango, fruta procedente de la costa tropical granadina, con espuma de yogur y frutos rojos. Delicioso el conjunto para despedirme de la lonja.
De regreso al centro histórico me adentro por sus pequeñas calles, formando parte de tantos siglos de culturas y civilizaciones que dieron y siguen dando vida a esta maravillosa urbe granadina.
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