La bodega Avanthia
Para esta ocasión, hablar de una bodega va relacionado con hablar de un hombre, que probablemente sea el mejor embajador del vino español fuera de nuestras fronteras, sobre todo en el continente americano. “Jorge Ordoñez” es una persona que no tiene perjuicios sobre las Denominaciones de Origen, ya que el mercado Americano no entiende de modas, de riojitis o riberitis, entiende de gustos y de vino. Consiguiendo grandes éxitos de zonas que la mayoría no conocen, zonas como por ejemplo, Campo de Borja, Alicante o Valdeorras (que hablamos hoy). Su sello diferencial es la elaboración de caldos a partir de variedades autóctonas, procedentes de viñedos muy viejos, que aportan menor producción, pero más complejidad y calidad.
El Vino Avanthia Mencia 2008
Para empezar vamos a mencionar que hablamos de viñedos de 70 a 90 años de la uva tradicional de Valdeorras, la mencía. Para mí, esta variedad es junto con la pinot-noir, la variedad más mágica que existe en tintos, puesto que no oculta nada y realza toda su personalidad. A veces para bien o para mal, no es un vino que podamos enmascáralo con potentes fermentaciones o largas crianzas, es lo que sale de la tierra y eso es lo que le hace grande.
En este caso el Avathia mencía 2008, nos aportará conversación y también una gama de combinaciones culinarias muy amplio en lo que destacaría debido a su juventud algún plato de cuchara como, unos callos o unas lentejas. Este vino lo definiría sin ser pinot-noir, como un grand cru, pero de Valdeorras, algo que este concepto en España no comprendemos mucho, siendo estos vinos más valorados en el extranjero que en España, pero que con este vino va a dar mucho que hablar.
Contracata
Para describir este vino tengo que dar gracias a la tecnología y poder hacerlo en un ordenador, puesto que si usara papel y lápiz estaría lleno de tachones. Dejando a un lado el aspecto visual del vino, lo encontramos con ese color púrpura y de baja intensidad, como son las mencías. Ya en nariz, nos volvemos locos de cómo nos evolucionan esos aromas en la copa, empezando al servir por esta clásica austeridad de la mencía, que junto con el oxigeno y un par de minutos empezamos a percibir aromas primarios de frambuesa y fresa, dando paso a aromas minerales, a carboncillo de punta de lápiz. Esta mezcla de fruta y mineralidad es difícil de encontrar y muy difícil con resultado satisfactorio, en la boca lo encontramos seco debido a esa mineralidad y también a confituras de fresas. Un vino delicado y persistente que nos recuerda a la elegancia de la pinot-noir en Borgoña.
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Es cierto que últimamente, como se dice en este comentario, hay un alto nivel de aficionados al riojitis y al riberitis, he tenido la suerte de ser alumno del Sr. Ángel González y como él dice, existen muchas D.O. y no hay que estancarse en rioja o ribera del Duero. Yo he probado este vino gallego, y me quito el sombrero. Es un vino con notas de frutas maduras rojas, madera y especias.
Un saludo.