Porque todos tenemos una forma de pasta favorita
Italia es uno de los países más reconocidos por su excelente gastronomía, representada por una amplia variedad de platos que parten desde lo mediterráneo (tipo de dieta reconocida por la UNESCO como patrimonio de la humanidad), hasta sus productos artesanales de altísima calidad (quesos, charcutería y vinos). Dentro de toda esta amplia gama, no podemos negar que la influencia más grande de la cocina italiana en el mundo es la pasta.
La pasta es tan amada en Italia que el consumo per cápita excede la producción de trigo del país, por lo que, si quieren mantener felices a sus residentes, deben importar trigo o harina para elaborar más pasta.
La llegada de la pasta a Italia
Muchas leyendas atribuyen la llegada de la pasta a Marco Polo. Fue este afamado mercader quien la trajo después de una de sus travesías a China, pero, sin duda, Italia se convirtió en un segundo hogar para esta y quizá, el más representativo. Imprescindible en todas las mesas, cada casa y cada región tienen una variedad y tradición completamente distinta alrededor de este producto.
Un dato interesante. Entre los primeros registros existentes de recetas escritas (que datan del siglo XIII), podemos encontrar una receta con pasta, concretamente la lasagna. En aquella época, conocida como “lagana”, término usado por los romanos para describir a la pasta hecha a mano, la diferencia con la elaboración actual es que las múltiples láminas de pasta no eran hervidas, sino fritas.
Dividir la pasta por categorías específicas es como querer contar los granos de arena en la playa, una labor casi imposible, ya que a pesar de que algunos dicen que “solo” hay alrededor de 300 variedades, cada día se crean nuevas y deliciosas opciones.
Tipos de pasta
Empecemos hablando de las dos principales categorías: pasta fresca y pasta seca. La principal diferencia entre estas es que la pasta fresca lleva huevo y la seca solo harina y agua. La pasta seca es el formato más popular gracias a su conveniencia (alta conservación y fácil de transportar). Pero esto no acaba aquí, hay quienes agregan una tercera categoría, que son las pastas rellenas (raviolis, tortellinis, etc.).
Otra manera muy práctica de dividir la amplia variedad sería catalogarlas según como se sirven:
- Pasta asciutta (seca), que se sirve con una salsa como acompañamiento.
- Pasta in brodo, servida en una especie de sopa o guiso.
- Pasta al forno, que son los platos en los que se termina la cocción al horno.
Pero sin duda, la opción más divertida y útil de clasificarla es según sus diversas formas.
Útil porque, como muchos dicen, y es muy cierto, de acuerdo a la forma de la pasta, el sugo (o salsa) puede quedarse más, o menos adherido; y divertida porque podemos encontrar una infinita variedad de formas y colores.
Desde los tradicionales, simples y finos spaghettis, al más amplio pappardelle, los “tirabuzones” o fusilli, los “coditos” o chifferi, las “corbatitas” o farfalline; también podemos encontrar formas excéntricas como pueden ser las “rueditas” o ruote, o las “espigas” o spighe, las “conchas” o conchiglioni y hasta “estrellitas” o stelline.
Sin duda, tenemos una variedad infinita de pasta, quizá, si comenzáramos ahora, algún día podríamos terminar de probarlas todas.
¿Y tú? ¿Tienes alguna forma de pasta favorita?
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